sábado, 14 de marzo de 2015

Mariam de Belén

Aquella  mañana estaba triste porque no sentía a Dios. Me parecía que mi corazón era semejante al hierro. No podía pensar en Dios, e invoqué al Espíritu Santo. Le dije: "Tú eres quien nos hace conocer a Jesús. Los apóstoles estuvieron largo tiempo con él sin comprenderlo, pero una gota de ti se lo hizo comprender. También me lo harás comprender a mí. ¡Ven consuelo mío, ven alegría mía, ven paz mía, mi fuerza, mi luz!".

María de Jesús Crucificado

No hay comentarios:

Publicar un comentario