El padre Pío de Pietrelcina, sacerdote capuchino, es el fraile de las llagas, que se santificó viviendo a fondo en carne propia el misterio de la cruz de Cristo y cumpliendo en plenitud su vocación de colaborador en la Redención.
"Jesús nos llama con sus divinas inspiraciones y se nos comunica con su gracia."
"¿Cuantas veces él nos ha invitado?"
"¿Y con que rapidez le hemos contestado?"
"No dejemos para mañana lo que podemos hacer hoy. Del bien de después están llenos los sepulcros..., y además, ¿quien nos dice que viviremos mañana?. Escuchemos la voz de nuestra conciencia, la voz del profeta rey: Si escucháis hoy la voz del Señor, no cerréis vuestros oídos. Levantémonos y atesoremos, porque sólo el instante que pasa está en nuestras manos. No queramos alargar el tiempo entre un instante y otro, que eso no está en nuestras manos."
“Comencemos hoy, hermanos a hacer el bien, que hasta ahora no hemos hecho nada”.
Padre Pío
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