- Yo tengo a un Dios, que es todo mío.
- Este Dios, todo mío, es mi Padre.
- Este Dios, todo mío, quiere que yo sea toda suya para siempre.
- Este Dios de amor para buscarme ha descendido del cielo a la tierra.
- Este Dios de amor me pide el corazón.
- Este Dios de amor quiere ser para mí hermano, amigo, consolador.
- Este Dios de amor impulsa su ternura hasta querer ser para mí médico, medicina y, más que nada, Esposo.
- Este Dios de amor quiere ser aprovechado como se cogen los frutos de una planta, la cual no se lamenta, sino que produce otros: la planta espera al otro año, pero Yo los produzco enseguida.
- Este Dios de amor no busca más que miserias que consumir, imperfecciones que destruir, voluntades débiles que fortificar, buenos propósitos que avalorar.
- Este Dios de amor va en busca de lo que el mundo desprecia, aborrece, abandona, o sea de los pobres pecadores, y después de haberlos convertido con las finezas de su caridad y con las industrias de su misericordia, si encuentra la correspondencia que busca, hace de ellos obras maestras de santidad.
Sor Benigna Consolata Ferrero.